La verdad es que nunca estuviste conmigo. Ni siquiera cuando eso parecía. Te fuiste la primera vez, y pareció que volvías. No volviste. Nunca volviste. Cuando decidiste que ya era suficiente, yo me quedé ahí, sentado en mi cama una tarde de enero, con el celular en la mano, escuchando las palabras que me detenían. El tiempo no avanzó mas, no retrocedió, no torsionó. Allí me quedé, en ese momento de dolor, angustia y muerte.
Verlo así duele, infinitamente, pero las cosas son como son.
Hoy lo veo así. Todavía estoy en mi pieza en aquella tarde de enero, pero me levanté de la cama...
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