Tuve un sueño que es una metáfora fácil: participaba de una suerte de informal carrera pedestre. La consigna no era ganar, era llegar, divirtiéndose en el camino. Al llegar, te esperaba tu amor.
Corrí, me divertí junto a los chicos del Hospital de Día (ellos también corrían), y llegué. Había, en el parque y en un día luminoso, mucha gente. Muchas amadas y muchos amados aguardando por sus amados y amadas. Te busqué. Estabas sonriente pero nerviosa, escondida detrás de alguien. Me aproximé por un costado, tratando que no me vieras. Te hice una cosquilla y te sorprendiste. Nos abrazamos. Estabas tensa. “Abracémonos de verdad”, te dije. Sonreíste. Nos abrazamos. Desperté.
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